Me encontré con un
remolino de emociones que me arrastró justo ahí, ahí donde descansa el deseo y
baila el miedo, (sin ritmo ni gracia).
Justo ahí, en el
momento de la mirada perdida de mi desplumado, en esa
mirada triste en viajes con Spinetta y su “plegaria para un niño
dormido”.
Justo ahí, en la
emoción más que contradictoria de todos los nacimientos familiares, en esa duda
visceral que pregunta cuándo te ocurrirá lo mismo y justo ahí, en el momento
donde ves a una amiga abrazar a su hijo y tomas esa sensación para que sea tuya
algún día.
Justo ahí, cuando te sorprendes
cada mes con tu período, tan suplicante, tan atrevido, tan indeseado y te
quedas furiosa sintiendo que otro mes se fue.
Justo ahí, cuando los
embarazos te arrebatan la sorpresa y vos sigues parada en la misma vereda.
Justo ahí, cuando se
aproxima tu cumpleaños y te das cuenta que las chances son cada vez menos y
que tal vez si logras ser madre probablemente cuando tu hijo tenga ganas de jugar te
sientas tan cansada y vieja que no puedas hacerlo como lo desearías.
Justo ahí, cuando te
confirman un diagnóstico que no queres escuchar y las posibilidades de éxito se
esfuman.
Justo ahí, cuando sentís
que sos un porcentaje, que esto parece una ruleta y que no sos el mejor jugador, ni tenes ventaja en el juego.
Justo ahí, cuando después
de comprender que sos feliz “a pesar de”… un terrible duelo empieza a caminar
por todas tus venas y toma asiento sin permiso en tu corazón.
Justo ahí, cuando caes
en la cuenta de que tal vez no ocurra nunca, que tal vez no es lo que el
destino tiene preparado para vos.
Justo ahí, cuando
recordas tu primer negativo y sientes que el alma se comprime de tristeza.
Justo ahí, cuando te preguntas por qué... en los eternos abrazos de tu desplumado.
Justo ahí, cuando te preguntas por qué... en los eternos abrazos de tu desplumado.
Justo ahí, cuando sin
darte cuenta y "como quien no quiere la cosa" comienzas a llorar, y lloras y
lloras y lloras.
Justo ahí, cuando
imaginas “qué pasaría si…” tuviera diez años menos, cinco años menos, otro cuerpo,
otra decisión, otro camino, otra cabeza…
Justo ahí, cuando se
acumulan los duelos y corres para madurarlos uno a uno, como si madurarlos te
diera la garantía de no sentirte triste.
Justo ahí, cuando las
emociones se estampan en una imagen de dientes de leche y balbuceos de una
publicidad.
Justo ahí, cuando
estás a punto de volver a empezar y de repente el miedo más grande que jamás hayas
sentido se pasea en tus esperanzas, y se queda ahí, egocéntrico y arrogante
para influenciarla.
AHÍ, JUSTO AHÍ, ES
DONDE MAS DUELE.
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