Entonces nos quedamos con la "encomienda" y comenzamos a contar que
la hemos recibido, porque al hacerlo estamos permitiendo que nos
acompañen y siempre necesitamos que nuestros afectos estén presentes en lo que
consideramos importante.
En muchas ocasiones ocurre algo casi gracioso, los desplumados
empiezan a contar de “a poquito” lo que están atravesando, y así, de repente se
hace una especie de acuerdo con la pareja donde se sentencia que sólo lo dirán
a tal o cual persona, generalmente amigos muy cercanos, los padres,
hermanos… ¡y pará de contar!, porque el resto parece no sumar a este dolor.
Y corren comentarios como estos: