viernes, 4 de octubre de 2013

En Sala de Espera

El día despertó nublado, como la idea de aquella consulta. Todos los estudios guardados en una ligera carpetita. El desplumado los toma y los guarda; abrigo, llaves y un beso para recordar nuevamente que están juntos, caminando en una dirección, sabe Dios cuál y la virgen de la Dulce Espera hasta dónde.

El primer escalón fue una linda bienvenida, seguramente puesto para despabilar a los dormidos. La sala estaba completa, pacientes sentados en todos los rincones, jóvenes, muchos jóvenes, algunos no tanto, pero todos estaban ahí, aguardando en rostros de intriga.

Nadie los esperaba con ansias, sin embargo, esos dos desplumados sentían que ese era un buen lugar para estar. La imagen de tantas parejas en el consultorio dolió hasta el pecho. ¿Por qué tantos?, se preguntó la desplumada, ¿acaso no era raro ser infértil?. Sin embargo, ahí estaban cada una de las parejas esperando igual que ellos, con sus miedos, con sus esperanzas sentadas en el diagnóstico y en la naturaleza de un cuerpo que no responde. Ahí estaban, todas las parejas de vientres vacíos y corazón otro tanto.

Anunciarse fue fácil, elegir la secretaria gorda, la joven o la bonita, decir el nombre, el doctor, el tratamiento, el estudio, la consulta. Nadie se avergüenza, todos esperan lo mismo. A pesar de ser desconocidos, la desplumada siente conocerlos, cada mirada se cruza en el tráfico de los sentimientos compartidos, todos los comentarios parecen suyos, los suspiros también son suyos.

Se sientan, dos sillas disponibles, poco para pensar, ninguna prioridad en un lugar como ese, las embarazadas esperan en el purgatorio de la naturaleza y los viejos no están invitados.


Los minutos se duermen en las palabras de paso, en las conversaciones que se hablan para no callar. La desplumada mira con detalle, la atención se muda a cada pareja, ¿cuál será la historia de los desplumados acá sentados?, ¿cuantas plumas tendrán?, ¿camino largo o corto?, ¿problemas de esperma o envejecimiento ovárico?, ¿endometriosis?, ¿problemas hormonales?, ¿fertilización asistida, in vitro, ICSI, ovodonación?.

En el rincón izquierdo de la sala una mujer apoya sus rubios cabellos en el pecho de su marido y suelta una lágrima. Al ver esto, la desplumada baja su mirada y siente impotencia;  sin embargo, la alegría de la chica del frente le dio ánimo, se veía ansiosa, hablaba continuamente con su compañero al oído, ¿le estará diciendo cosas sexuales?, se tocaba el estómago, ¿será que hay un porotito esperando prenderse en esas paredes delgadas?, ¿será que finalmente la medicina y las malditas hormonas germinaron en su vientre?. La pareja del costado derecho parecía triste, la mirada perdida en un sobre blanco, blanco el pensamiento de esa mujer cuarentona, el hombre la abraza mientras escribe en su celular, tal vez, malas noticias; a su lado, una joven espera sola, mira sus zapatos y el reloj, ¿estará su esposo retrasado?, volvió a preguntarse la desplumada. Justo al frente, una señora habla con su pareja un tanto mayor de edad, ¿quién tendrá el problema?, él es viejo, pero los espermas no tienen edad, se respondió casi convencida otra vez.

Los consultorios se abren y cierran. La gente se renueva. Las secretarias anuncian un nombre y tachan otro. Los últimos en salir están felices y el entusiasmo parece dejar un halo transparente en la sala, la desplumada quiso tomar ese pedazo de alegría que se colgó de la última ventana. Una sonrisa casi de complicidad se le dibujó en el rostro, su desplumado la mira y la besa.

Las miradas se chocan, los ojos de aquellas mujeres no pagaban peaje, siempre había un gesto que se regalaba sin precio, sólo para saber que ahí, en ese cascarón, pasaba lo mismo.

Dos pacientes se saludan entusiasmadas, hablan de óvulos y punción, dicen “estar empollando”, aquel término le pareció más que tierno y gracioso, ¡como las gallinas!, pensó la desplumada, y tomó esa palabra con la certeza de que la pronunciaría algún día. Aquel entusiasmo se cobijó en su vientre, ¿cuándo será mi punción?, ¿cuántos óvulos tendré?, se preguntó curiosa; mientras el vientre le recordaba que ahí estaba, hinchado de hormonas y con moretones. Pensar en ello le produjo un molesto dolor de ovario.

Una embarazada entra en la sala, 20 semanas de embarazo, según comentó a la secretaria gordita, ésta parecía conocerla y la llamaba por su nombre. Esa panza, hermosa, egocéntrica y esperanzadora, dejaba en cada rincón de la sala la certeza de que todo valía la pena. La desplumada la miró con ternura, para entonces el dolor de ovario ya se había ido y los pensamientos se mudaban con la energía de “ese milagro que se espera”… Sabrá Dios cómo y la Virgen hasta dónde.

6 comentarios:

  1. Guauu imposible no llorar a leer y recordar tanto años caminados cuantos, cosultorios distintos buscando una respuesta sertera hoy llore mas que antes amiga por que octubre es el mes en el que ya hacen 9 años de esta larga busqueda sin todavia haber ganado esta lucha larga y dolorosa pero ahun no BATALLA PERDIDA !! Pero gracias a todo esto de la INFERTILIDAD me hizo conocer a MUJERES que son de fierro LUCHADORAS como ningunas compañeras de largas charlas de beta esperas de lagrimas de risas y de muchas ESPERANZAS !!!!No estamos solos somos muchas parejas que dia a dia decidimos elegir seguir unidos amandonos y acompañandonos !!! Tengo fe y se que todo en la vida llega a unos primeros y a otros despues pero llega y a nosotros(parejas infertiles)nos llegara !!!!Gracias Vicky y reflejar tan bien todo lo que es pasar por el camino de la infertilidad te quiero mucho!!!!

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    1. Ayyy amiga!!! que hermosas palabras... imagino tu tristeza, tantos años, tanta lucha, pero sos una leona, una mujer con mucha mucha fuerza y tu panza también algún día llenará de luz a muchos desplumados, sigamos con fe. siempre estoy!. Te quiero!

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  2. Fantastico !!! sos un sol, te quieroooooooo!!! soy tu orgullosa tia....

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  3. Guauuu cuántos años de consultorios viviendo situaciones parecidas a las plasmadas en este relato!!!!SEGURO TODO LLEGA, sólo basta tener un poco de paciencia(más?????), esa esperanza nos mantiene en la lucha.Salud Vicky, sos una grosaaaaaaaaa!!!!!

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    1. Gracias Ale!!! cuántos años!!! admiro a desplumadas como vos... y seguro que todo llega... muchas bendiciones!!!

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