Hola a todos, se fue la segunda oportunidad, aquellos que
son seguidores de este blog sabrán que mi siguiente entrada sería para contar
cómo había salido mi tratamiento… y bueno, otra vez fue negativo. Hace dos días
nos enteramos con mi esposo que nuestro segundo in vitro (ICSI) no resultó,
otra vez la beta marcó negativo y otra vez el alma se nos quedó plasmado en ese
papel.
No estoy enojada, así me sentía en el primer negativo, en
cambio este segundo negativo nos sorprendió más fuertes, más maduros, igual eso no
garantiza que no duela, me siento desilusionada,
desconcertada, porque todo absolutamente todo estaba conspirando para lograr
nuestro embarazo, y no sólo porque habíamos contratado con exclusividad a todos
los santos posibles, vírgenes y astros para que se diera nuestro SI, sino
porque el cuerpo, el corazón y la mente estaban preparados para
así fuera. Lo vi tan cerca, lo sentí tan verdadero, que de repente encontrarme
nuevamente leyendo un resultado negativo resulta increíble.
Pero también es increíble la capacidad que tenemos con mi
esposo para ver en las pequeñas cosas algo grande, juntos percibimos y
proyectamos donde nadie lo hace. En esta oportunidad arrancamos el tratamiento
con dos folículos, que luego fueron dos embriones de muy buena calidad (algo
impensable días antes por el equipo médico), que luego fertilizaron y que tres
días después eran 2 mórulas dentro de mi vientre. Esos escasos dos folículos
para nosotros significaban más que el tratamiento anterior (donde solo había
uno), para nosotros fue un golazo y hasta soñamos con mellizos, y si por
alguna razón uno de los dos no se prendía, entonces sería uno, pero nunca
imaginamos que no resultaría, porque no era una
opción.
Hice todos los deberes, las recomendaciones post-
transferencia fueron un cumplido, lo único que debía pasar era que esas dos
morulitas se prendieran, pero eso no sucedió. No sé si hay mucho para decir,
simplemente es así, o hay implantación y hay embarazo o no lo hay, punto, no
hay vueltas… nuestras “Moru” y “Lita” (así las llamaba Bruno ja) no quisieron
quedarse con nosotros, el por qué no lo sé, no sé si existe un por qué en esto,
simplemente no sucedió y NO ERA NUESTRO MOMENTO. No tengo otra lectura, a
diferencia de lo que dice mi esposo, quien cree que “todavía hay algo para
aprender”, yo creo que no tengo que aprender nada más, sé que siempre se
aprende algo, pero lo cierto es que no creo que hoy tenga que aprender algo más
respecto a esto en particular, yo prefiero creer que no era el momento y que
pronto lo será. Esta vez no escondí la virgen en un cajón, no deje de soñar y
no perdí la fe. Esta vez simplemente estoy triste y desilusionada. No me culpo,
no culpo a la infertilidad ni a “los patitos que no están en fila”, no culpo a
Dios, ni a los astros, ni al médico, ni al destino, ni a la chucha que lo
parió… No hay culpables.
En una de mis tantas inyecciones, en el momento de la
aplicación, ese momento que por instinto uno cierra los ojos (mas por impresión
que por dolor), así, con los ojos cerrados me dije: “Que no duela tanto… quiero
ser madre, quiero ser madre, quiero ser madre” (rogando que no duela el
pinchazo y proyectándome al objetivo) y en ese momento exacto, sagrado y
oportuno, sonó mi celular, eran dos mensajes casi instantáneos de dos amigas
diferentes, una desplumada, la otra no, pero ambas me informaban que estaban
embarazadas, entonces abrace a mi esposo y le dije: “es una señal”. NO, no era
una señal, era simplemente la confirmación que los milagros existen y que las
amigas se embarazan. Pero yo elegí vivirlo así, elegí ver eso como una señal,
porque era mi mejor manera de transitarlo, era energía positiva y quería
tomarla. Y hablando de señales, unos días antes de saber el resultado del
tratamiento, fuimos a misa con mi esposo y apenas ingrese a la Iglesia había
una frase bien grande en el extremo izquierdo, paralelo al altar, “Y Jesús le
dijo: Mujer, que grande es tu fe… que se cumpla tu deseo”… vaya que era una
señal, por eso lo creí, lo sentí y lo vi tan cerca. Señales van y señales
vienen, creer o reventar, pero a mí me alimentaron el alma de todos modos.
Y siguiendo con señales y energía positiva, cuando finalizo
la transferencia el dr de Mendoza me apretó fuerte la mano y me dijo: “Vicky,
enserio quiero que te embaraces”!, y ahí rompí en llanto, y le dije: “lo sé,
muchas gracias, pero si no resulta no te voy a criticar, no te preocupes!!!” Y
reímos. Ese pequeño gesto para mí fue importante, porque demuestra que más allá
de los miedos que uno tiene, los mitos de que los médicos que están detrás de
esto son comerciales, etc, etc… lo cierto es que me acorde de una frase que una
vez me dijo una amiga médica: “si supieran cómo los médicos nos aferramos a la
vida…” y así lo sentí. Y yo también estaba aferrada a la vida, al milagro de la
vida celular que estaba ahora en un laboratorio, esperando, deseando que esos
óvulos se junten con el espermatozoide de mi esposo y que fertilicen 24hs
después, y que comiencen su división celular 48hs después y que sean mórulas
72hs después y que 13 días después fueran un positivo en mi análisis... todo,
absolutamente todo excepto el último paso sucedió… entonces, simplemente no es
poco, por supuesto que no es suficiente, pero no es poco y me resisto a verlo
de otra manera. Ese mismo médico nos dijo que sinceramente si le preguntábamos
meses antes si podíamos tener la respuesta que tuvimos definitivamente su
respuesta era “NO”, IMPENSABLE, los médicos se sorprendieron, nosotros no,
porque siempre tuvimos fe. Para nosotros no era impensable, por eso fue un
“golazo”, haber llegado tan lejos con tan poco realmente es una bendición. La
desilusión es justamente que uno cree que se le escapo el sueño por las manos…
En fin…durante estos dos días recordé mucho mi última
entrada, donde decía que “en caso de que no saliera positivo el tratamiento,
luego de llorar lo suficiente, lo necesario y lo deseado… volveré a recordarme
que aún sin ser madre sigo siendo una mujer feliz”… No sé si lloré lo
suficiente, pero sigo recordándome lo que me prometí y acá estoy más firme que
nunca, de pie, triste pero entera, contándoles a todos que vale la pena seguir
intentando, yo esta vez pude ver más cerca mi sueño y como dice una amiga…”al
final del camino habrá recompensa”. No depende de mí que se escape o no el
sueño, pero sí depende de mí cómo elijo vivir mientras lo espero.
Y mientras lo espero, a veces, por costumbre o convicción,
cierro los ojos y me digo: “que no duela tanto… quiero ser madre, quiero ser
madre, quiero ser madre”.
Gracias!!!
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PD: Anda a cagar!. Atte: Yo la desplumada. ja |